Trastornos de la Glándula Tiroidea

Trastorno de la Glándula Tiroidea: 

Causas, Síntomas, Tratamiento y Prevención

Introducción a la glándula tiroidea

La glándula tiroidea, una pequeña glándula que mide alrededor de 5 cm de diámetro, está situada bajo la piel del cuello, por debajo de la nuez de Adán (llamada también bocado de Adán). Las dos mitades (lóbulos) de la glándula tiroidea están conectadas en su parte central (istmo), lo que le da el aspecto de una corbata de lazo. Por lo general, no se puede ver ni apenas percibir. Si aumenta de tamaño, se palpa con facilidad como un bulto prominente (bocio) que aparece debajo o a los lados de la nuez de Adán.

Esta glándula segrega las hormonas tiroideas, que regulan la velocidad a la que tienen lugar los procesos químicos del organismo (índice metabólico). Las hormonas tiroideas influyen en el índice metabólico de dos maneras:
  • Estimulando casi todos los tejidos del organismo para que produzcan proteínas
  • Incrementando la cantidad de oxígeno que utilizan las células

Las hormonas tiroideas afectan a muchas funciones corporales vitales: la frecuencia cardíaca, la velocidad de combustión de las calorías, el mantenimiento de la piel, el crecimiento, la producción de calor, la fertilidad y la digestión.

Hormonas tiroideas

Las dos hormonas tiroideas son:
  • T4 (tiroxina o tetrayodotironina)
  • T3 ( triyodotironina)
La T4, que es la principal hormona producida por la glándula tiroidea, solo tiene un efecto ligero, si es que lo tiene, en la aceleración del índice metabólico del organismo. En cambio, la T4 se convierte en T3, la forma hormonal más activa. La conversión de la T4 en T3 se produce en el hígado y en otros tejidos. Son muchos los factores que controlan la conversión de la T4 en T3, incluidas las necesidades del organismo en cada momento y la presencia o la ausencia de enfermedades. La mayor cantidad de T4 y de T3 presentes en el torrente sanguíneo se desplazan unidas a una proteína denominada globulina transportadora de tiroxina. Solo una pequeña parte de T4 y de T3 circulan libremente en la sangre. No obstante, esta parte libre es la activa. Cuando el organismo utiliza la hormona libre, algunas de las hormonas ligadas se desprenden de la proteína de unión.

Para producir hormonas tiroideas se precisa yodo, un elemento que se encuentra en los alimentos y en el agua. La glándula tiroidea recoge el yodo y lo procesa para transformarlo en hormonas tiroideas. A medida que las hormonas tiroideas cumplen su función, parte del yodo contenido en estas hormonas se libera, vuelve a la glándula tiroidea y se recicla para producir más hormonas. Curiosamente, la glándula tiroidea libera una cantidad ligeramente menor de hormonas tiroideas si se expone a concentraciones altas de yodo en la sangre que recibe.

El organismo se sirve de un mecanismo complejo para regular la concentración de las hormonas tiroideas. En primer lugar, el hipotálamo, ubicado en el cerebro justo encima de la hipófisis (glándula pituitaria), segrega la hormona liberadora de tirotropina (tiroliberina), que incita a la hipófisis para que produzca la hormona estimulante del tiroides (TSH o tirotropina). A su vez, tal como su nombre indica, la TSH estimula a la glándula tiroidea para que produzca hormonas tiroideas. La hipófisis retarda o acelera la liberación de TSH, dependiendo de si aumentan o disminuyen las concentraciones de hormonas tiroideas que circulan en la sangre.

La glándula tiroidea también produce la hormona calcitonina, que contribuye al fortalecimiento óseo al facilitar la incorporación de calcio en los huesos.

Pruebas diagnósticas

En primer lugar el médico examina y palpa el cuello de la persona para ver si la glándula tiroidea ha aumentado de tamaño.

Dependiendo de los resultados del examen, también pueden ser necesarias otras pruebas. Quizás también sea necesario realizar alguna prueba adicional en los casos poco frecuentes en los que no se puede establecer si el problema reside en la glándula tiroidea o en la hipófisis.

Pruebas de función tiroidea
Para valorar el funcionamiento de la glándula tiroidea, se miden las concentraciones de hormonas en la sangre. Se miden los niveles de: TSH, T4, T3

Por lo general, la concentración sanguínea de TSH es el mejor indicador del funcionamiento de la glándula tiroidea. Puesto que esta hormona estimula a la glándula tiroidea, las concentraciones de TSH en la sangre son elevadas cuando la glándula tiroidea es hipoactiva (y, por lo tanto, necesita más estimulación) y bajas cuando es hiperactiva (y, por lo tanto, requiere menos estimulación). Sin embargo, en los casos poco frecuentes en que la hipófisis no funciona con normalidad, la concentración de TSH no refleja con precisión el funcionamiento de la glándula tiroidea.

Al determinar las concentraciones de las hormonas tiroideas T4 y T3 en la sangre, se suelen medir tanto las formas libres como las unidas de cada hormona (T4 total y T3 total). No obstante, si la concentración de globulina transportadora de tiroxina es inusual, la concentración total de la hormona tiroidea se puede interpretar de forma errónea; por ello, a veces se mide la concentración de hormonas libres en la sangre. La concentración de globulina transportadora de tiroxina es menor en presencia de nefropatía o de enfermedades que reducen la cantidad de proteínas generadas en el hígado, o cuando se toman esteroides anabolizantes. La concentración es más alta en mujeres embarazadas o que toman anticonceptivos orales u otras formas de estrógenos, así como cuando se padecen las fases iniciales de la hepatitis.

Exploración de la glándula tiroides
Si se detectan uno o más crecimientos (nódulos) en la glándula tiroidea, se realiza alguna prueba de diagnóstico por la imagen. La ecografía utiliza ultrasonidos para medir el tamaño de la glándula y para determinar si el crecimiento es sólido o si está lleno de líquido (quístico).

Otra prueba de diagnóstico por la imagen de la tiroides (denominada prueba de absorción de yodo radioactivo) consiste en inyectar en el torrente sanguíneo una pequeña cantidad de yodo o de tecnecio radiactivos. El material radiactivo se concentra en la glándula tiroidea y, mediante un dispositivo (cámara gamma) que detecta la radiación, se obtiene una imagen de la glándula tiroidea que permitirá observar cualquier anomalía física.

La gammagrafía tiroidea ayuda a determinar si una zona de la glándula funciona de manera normal, o si es hiperactiva o hipoactiva, en comparación con el resto de la glándula.

Otros estudios
Si se sospecha un trastorno autoinmunitario, se realiza un análisis de sangre para buscar anticuerpos que atacan a la glándula tiroides.

Si se sospecha cáncer en la glándula tiroidea, se extrae una muestra de tejido tiroideo (biopsia), con ayuda de una pequeña aguja, para su estudio. Los médicos suelen utilizar la ecografía para identificar el sitio de la biopsia.

Si, en cambio, se sospecha carcinoma medular tiroideo, se mide la concentración sanguínea de calcitonina, porque estos tumores siempre segregan calcitonina.

Edad y Salud: Cambios en la Glándula Tiroidea en las Personas Mayores

Los efectos del envejecimiento sobre la glándula tiroidea y sus hormonas son mínimos. Con el paso del tiempo, el tamaño de la glándula tiroidea disminuye y esta se desplaza hacia abajo en el cuello. La concentración de T3 disminuye ligeramente, pero la velocidad de las funciones vitales cambia muy poco. Sin embargo, los trastornos tiroideos sí se vuelven más frecuentes con la edad.

Los trastornos que alteran la actividad tiroidea, en particular el hipertiroidismo y el hipotiroidismo, pueden considerarse «grandes simuladores» en las personas mayores. Estos trastornos suelen causar síntomas que se confunden fácilmente con los de otras patologías o incluso con los signos de envejecimiento. El aumento o la disminución de la actividad tiroidea empeora drásticamente la forma en que una persona mayor se siente y disminuye en gran medida la capacidad de llevar a cabo las actividades diarias. Por estos motivos, se debe desenmascarar a los «grandes simuladores» con el fin de detectarlos tal cual son y administrar el tratamiento adecuado.

A edad avanzada conviene realizar el cribado para la detección del hipertiroidismo y del hipotiroidismo. Algunos expertos recomiendan medir anualmente la concentración sanguínea de la hormona estimulante del tiroides en personas mayores de 70 años.

Síndrome del Enfermo Eutiroideo

En el síndrome del enfermo eutiroideo, los resultados de las pruebas tiroideas son anómalos aunque la glándula tiroidea funcione con normalidad.

Por lo general, este síndrome aparece cuando existe una enfermedad grave que no es un trastorno tiroideo. Si se está enfermo, desnutrido o se ha sufrido una intervención quirúrgica, la hormona tiroidea T4 (tiroxina o tetrayodotironina) no se convierte en la hormona activa T3, (triyodotironina) como lo haría en condiciones normales. Se acumulan grandes cantidades de T3 inversa, una forma inactiva de la hormona tiroidea. A pesar de esta alteración, la glándula tiroidea sigue funcionando y controlando la velocidad a la que tienen lugar las reacciones químicas del organismo (índice metabólico) de forma normal. Puesto que no es un problema de la glándula tiroidea, no es necesario administrar ningún tratamiento. Cuando la enfermedad subyacente se resuelve, los resultados de las pruebas de laboratorio vuelven a la normalidad.

Bocio (Bocio simple no tóxico; bocio eutiroideo)

El bocio es el agrandamiento no canceroso (benigno) de la glándula tiroidea.

Es consecuencia de la falta de yodo en la alimentación o de la ingestión de determinadas sustancias o fármacos.

No suele haber síntomas.

Se efectúan análisis de sangre que permiten determinar el funcionamiento de la glándula tiroidea.

El tratamiento está dirigido a la causa de la hipertrofia, y en ocasiones es necesario realizar una cirugía para extirpar parte de la glándula.

La causa más frecuente de bocio en la mayor parte del mundo es:

Una alimentación que no contiene suficiente yodo

La glándula tiroidea necesita yodo para producir hormonas tiroideas. Si no hay suficiente yodo, la glándula tiroidea se agranda en un intento de compensar esta carencia. Pero en los países desarrollados, casi todas las sales están enriquecidas con yodo, por lo que el déficit de este mineral no suele ser la causa del bocio.

Otras causas de bocio incluyen:

El uso de ciertos medicamentos (como la amiodarona o el litio)

Consumir ciertos alimentos en cantidades excesivas (como la yuca, el brócoli, la coliflor y la col)

A veces, el bocio aparece de forma temporal durante la pubertad, el embarazo o la menopausia.

Si se padece bocio, la glándula tiroidea produce cantidades normales de hormonas tiroideas, por lo que no se tiene hipotiroidismo ni hipertiroidismo.

La glándula tiroidea también puede agrandarse si se inflama (tiroiditis, como la tiroiditis de Hashimoto) o si se desarrolla cáncer tiroideo. El agrandamiento de la glándula tiroidea causado por una inflamación o por un cáncer no se considera bocio.

Síntomas
Se siente hinchazón en la base del cuello, sin ningún otro síntoma. A veces, el bocio comprime los tejidos adyacentes y provoca tos, ronquera o dificultad para respirar o para tragar. En presencia de tiroiditis subaguda, la glándula suele ser dolorosa y sensible al tacto.

Diagnóstico
Pruebas de función tiroidea

Se suelen efectuar análisis de sangre que permiten determinar el funcionamiento de la glándula tiroidea (pruebas funcionales tiroideas). Se miden las concentraciones sanguíneas de las hormonas tiroideas tiroxina (T4, o tetrayodotironina) y triyodotironina (T3), así como de la hormona estimulante del tiroides (TSH). En ocasiones, se estudia la existencia de anticuerpos que atacan a la glándula tiroidea (anticuerpos antitiroideos) en la sangre, que son un signo de inflamación de dicha glándula.

También se realiza una prueba de absorción de yodo radiactivo y una gammagrafía tiroidea. En estas pruebas se ingiere (o se inyecta) una pequeña cantidad de yodo radiactivo, que se acumula en la glándula tiroidea. El equipo revela la cantidad de yodo acumulado y una gammacámara (cámara gamma), que detecta la radiación, genera una imagen de la glándula. De esta forma, se pueden observar anomalías físicas en la glándula, que pueden indicar enfermedad de Graves, nódulos o tiroiditis.

Tratamiento
A veces, suplementos de yodo

A veces, administración de hormona tiroidea.

El tratamiento depende del tamaño y de la causa del bocio.

En las zonas geográficas en que hay déficit de yodo, se administran suplementos de yodo. Se puede añadir yodo a la sal, al agua o a los cultivos para suplir la carencia de yodo en la zona, y se debe dejar de comer alimentos que inhiban la producción de hormonas tiroideas.

Si no está causado por la alimentación, en algunos casos se puede administrar tiroxina I, ya que bloquea la producción de TSH y reduce el tamaño del bocio.

Si el bocio es muy grande, puede ser necesario extirpar quirúrgicamente parte de la glándula tiroidea o administrar yodo radiactivo a fin de reducir el tamaño de la glándula lo suficiente para que no interfiera en la respiración ni en la deglución, o para corregir problemas estéticos.

Tiroiditis de Hashimoto (Tiroiditis de Hashimoto; tiroiditis autoinmunitaria)

La tiroiditis de Hashimoto es una inflamación crónica y autoinmunitaria de la glándula tiroidea.
  • Es consecuencia de que el organismo ataque a las células de la glándula, una reacción autoinmunitaria.
  • Al principio, la glándula tiroidea puede funcionar normalmente, ser hipoactiva (hipotiroidismo) o, rara vez, ser hiperactiva (hipertiroidismo)
  • La mayoría de las personas acaban desarrollando hipotiroidismo
  • Por lo general, las personas con hipotiroidismo se sienten cansadas y no toleran el frío.
  • El diagnóstico se basa en los resultados de la exploración física y del análisis de sangre.
  • El tratamiento consiste en tomar la hormona tiroidea de por vida.
La tiroiditis de Hashimoto es el tipo más frecuente de tiroiditis y la causa más habitual de hipotiroidismo. Por razones desconocidas, el organismo se vuelve contra sí mismo (una reacción autoinmunitaria). Los glóbulos blancos (leucocitos) invaden la glándula tiroidea y crean anticuerpos que la atacan (anticuerpos antitiroideos).

En alrededor del 50% de los casos con tiroiditis de Hashimoto, la actividad tiroidea es inicialmente baja. En la mayoría de los casos restantes, la actividad tiroidea es normal al principio (aunque en un pequeño número de casos, la glándula se vuelve hiperactiva inicialmente) y, después, disminuye.

En ocasiones, la tiroiditis de Hashimoto viene acompañada de otros trastornos endocrinos, como la diabetes, hipoactividad de las glándulas suprarrenales o paratiroideas, u otros trastornos autoinmunitarios, como la anemia perniciosa, la artritis reumatoide, el síndrome de Sjögren o el lupus eritematoso sistémico (lupus).

La tiroiditis de Hashimoto es más frecuente en las mujeres, sobre todo de edad avanzada, y suele ser hereditaria. La afección se observa más a menudo en presencia de ciertas anomalías cromosómicas, como el síndrome de Down, el síndrome de Turner y el síndrome de Klinefelter.

Síntomas
La tiroiditis de Hashimoto suele empezar con una hipertrofia indolora y firme del tamaño de la glándula tiroidea o con una sensación de congestión en el cuello. Por lo general, la glándula tiene una textura gomosa y, a veces, se percibe grumosa. Si la actividad tiroidea es baja, se siente cansancio e intolerancia al frío, además de otros síntomas de hipotiroidismo. En los pocos casos en que se observa hiperactividad tiroidea (tirotoxicosis), se suelen sentir inicialmente palpitaciones, nerviosismo e intolerancia al calor.

Diagnóstico
Pruebas de función tiroidea

El funcionamiento de la glándula se valora midiendo la concentración de las hormonas tiroideas tiroxina (T4) y triyodotironina (T3) y de la hormona estimulante del tiroides (TSH, una hormona producida por la hipófisis para estimular la producción de hormonas tiroideas por parte de la glándula tiroidea, pruebas de la función tiroidea). Sin embargo, el diagnóstico se basa en la exploración física y en los resultados del análisis de sangre que permiten determinar si la persona tiene anticuerpos antitiroideos.

Tratamiento
Evitar el exceso de yodo

En ocasiones, administración de hormona tiroidea.

No existe un tratamiento específico para la tiroiditis de Hashimoto.

Con el tiempo, en la mayoría de los casos se acaba presentando hipotiroidismo, que requiere tomar hormona tiroidea de por vida. Este tratamiento también contribuye a reducir el tamaño de la glándula tiroidea hipertrofiada.

Si se padece esta enfermedad, debe evitarse ingerir un exceso de yodo (que puede causar hipotiroidismo) procedente de fuentes naturales, como los comprimidos de algas laminarias (kelp) y las algas marinas.

Hipertiroidismo

El hipertiroidismo es la hiperactividad de la glándula tiroidea, que da lugar a concentraciones elevadas de las hormonas tiroideas y a la aceleración de las funciones corporales vitales.
  • La enfermedad de Graves es la causa más frecuente de hipertiroidismo.
  • La frecuencia cardíaca y la presión arterial aumentan, el ritmo cardíaco es irregular y la sudoración es excesiva, se siente nerviosismo y ansiedad, se tiene dificultad para dormir y se adelgaza sin que haya intención de hacerlo.
  • El diagnóstico se confirma mediante análisis de sangre.
  • Por lo general, el hipertiroidismo se controla administrando propiltiouracilo o metimazol.
En los países desarrollados, el hipertiroidismo afecta a alrededor del 1% de la población. Puede presentarse a cualquier edad, pero es más frecuente en las mujeres durante la menopausia y después del parto.

Causas
Las causas más frecuentes son:
  • Enfermedad de Graves
  • Tiroiditis
  • Bocio multinodular tóxico
La enfermedad de Graves, la causa más frecuente de hipertiroidismo, es un trastorno autoinmunitario. En un trastorno autoinmunitario, el sistema inmunitario de la persona produce anticuerpos que atacan a los propios tejidos del organismo. Por lo general, los anticuerpos dañan las células y empeoran su capacidad de funcionar. No obstante, en la enfermedad de Graves, los anticuerpos estimulan la tiroides para que produzca y segregue una cantidad excesiva de hormona tiroidea al torrente sanguíneo. Esta causa de hipertiroidismo suele ser hereditaria, sobre todo en las mujeres, y casi siempre provoca hipertrofia de la glándula tiroidea.

La tiroiditis es una inflamación de la glándula tiroidea. La inflamación puede estar causada por una infección (tiroiditis subaguda), una inflamación tiroidea autoinmunitaria que se produce después del parto (tiroiditis linfocítica asintomática) y, con mucha menos frecuencia, una inflamación autoinmunitaria crónica (tiroiditis de Hashimoto). Al principio, la inflamación provoca hipertiroidismo, ya que la glándula inflamada libera las hormonas almacenadas. Posteriormente, suele aparecer hipotiroidismo dado que los niveles de las hormonas almacenadas se han agotado. Al final, la glándula suele recuperar su funcionamiento normal.

El bocio tóxico multinodular (enfermedad de Plummer), un trastorno en el que hay muchos nódulos, es poco frecuente en los adolescentes y en los adultos jóvenes.

Otras causas de hipertiroidismo incluyen:
  • Tumores en el interior de la tiroides que inducen a la glándula tiroidea a producir demasiada hormona (nódulos tiroideos tóxicos).
  • Algunos fármacos
  • Sobreestimulación debida a una hipófisis hiperactiva
Un nódulo tiroideo hiperactivo tóxico (un tumor benigno o adenoma) es una zona en la que el tejido crece de forma anómala dentro de la glándula. Este tejido anómalo produce hormonas tiroideas, incluso sin la estimulación de la hormona estimulante del tiroides (TSH, una hormona producida por la hipófisis para estimular la producción de hormonas tiroideas por parte de la glándula tiroidea). Por lo tanto, los nódulos se escapan de los mecanismos que controlan la glándula tiroidea en condiciones normales y producen grandes cantidades de hormonas.

Algunos fármacos y el yodo pueden causar hipertiroidismo. Entre los fármacos se incluyen la amiodarona, el interferón alfa y, en contadas ocasiones, el litio. El exceso de yodo, como el que puede producirse cuando se utilizan determinados expectorantes o agentes de contraste a base de yodo para los estudios radiológicos, puede causar hipertiroidismo.

Una hipófisis hiperactiva puede producir demasiada hormona estimulante del tiroides (TSH o tirotropina), lo que, a su vez, da lugar a una sobreproducción hormonal. Sin embargo, esta es una causa muy poco frecuente de hipertiroidismo.

Síntomas
En la mayoría de los casos de hipertiroidismo existe hipertrofia de la glándula tiroidea (bocio). Puede que toda la glándula aumente de tamaño o que aparezcan nódulos en determinadas zonas. En personas que sufren tiroiditis subaguda, la glándula se vuelve sensible y dolorosa.

Los síntomas del hipertiroidismo, independientemente de la causa, reflejan una aceleración de las funciones orgánicas:
  • Aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial
  • Ritmos cardíacos anómalos (arritmias)
  • Sudoración excesiva y sensación de calor excesivo
  • Temblores en las manos
  • Nerviosismo y ansiedad
  • Dificultad para dormir (insomnio)
  • Pérdida de peso a pesar de un aumento del apetito
  • Aumento del nivel de actividad a pesar de sentir cansancio y debilidad
  • Deposiciones frecuentes, en ocasiones con diarrea
Puede que las personas de edad avanzada con hipertiroidismo no presenten estos síntomas característicos, pero tienen lo que a veces se denomina hipertiroidismo apático u oculto, que cursa con debilidad, confusión, introversión y depresión. El hipertiroidismo también provoca alteraciones oculares, como, por ejemplo, dar la impresión de mirar con fijeza.

Hipotiroidismo

El hipotiroidismo es una hipoactividad de la glándula tiroidea que implica la producción inadecuada de hormonas tiroideas y una ralentización de las funciones vitales del organismo.
  • Las expresiones faciales aparecen embotadas, la voz es ronca y la dicción es lenta; los párpados están caídos y los ojos y la cara se hinchan.
  • Por lo general, para confirmar el diagnóstico, basta con un análisis de sangre.
  • La mayoría de las personas con hipotiroidismo necesitan tomar hormona tiroidea de por vida.
El hipotiroidismo es frecuente, sobre todo, en las personas mayores y, especialmente, en las mujeres. Afecta a alrededor del 10% de las mujeres mayores, aunque puede ocurrir a cualquier edad. Cuando el hipotiroidismo es muy grave, se denomina mixedema.

Causas
El hipotiroidismo puede ser:
  • Primario
  • Secundario
El hipotiroidismo primario es resultado de un trastorno de la propia glándula tiroidea. La causa más frecuente es:
  • Tiroiditis de Hashimoto: El hipotiroidismo se desarrolla a medida que la glándula tiroides se destruye gradualmente.
Otras causas de hipotiroidismo primario incluyen:
  • Inflamación de la glándula tiroidea
  • Tratamiento del hipertiroidismo o del cáncer tiroideo (cáncer de tiroides)
  • Falta de yodo
La Inflamación de la glándula tiroidea puede causar hipotiroidismo temporal. La tiroiditis subaguda está causada probablemente por una infección. La inflamación autoinmunitaria que se produce después del parto (tiroiditis linfocítica asintomática) es otra de las causas. El hipotiroidismo es temporal porque no hay destrucción de la glándula tiroidea.

El tratamiento del hipertiroidismo o del cáncer tiroideo puede causar hipotiroidismo porque el yodo radiactivo o los fármacos utilizados en el tratamiento afectan a la capacidad del organismo para producir hormonas tiroideas (ver Tratamiento farmacológico). La extirpación quirúrgica de la glándula tiroidea conduce a una falta de producción de la hormona tiroidea.

La causa más frecuente de hipotiroidismo en muchos países en vías de desarrollo es la carencia crónica de yodo en la dieta. Sin embargo, esta carencia es una causa poco frecuente en los países desarrollados, porque el yodo se añade a la sal de mesa y se utiliza también para esterilizar las ubres del ganado vacuno, por lo que se encuentra presente en los productos lácteos. Otras causas poco frecuentes de hipotiroidismo son algunos trastornos hereditarios en los que una anomalía enzimática de las células tiroideas impide que la glándula produzca o segregue una cantidad suficiente de hormonas tiroideas.

El hipotiroidismo secundario aparece cuando la hipófisis deja de segregar una cantidad suficiente de hormona estimulante del tiroides (TSH o tirotropina), necesaria para la estimulación normal de esta glándula. El hipotiroidismo secundario es mucho menos habitual que el primario.

Síntomas
El déficit de hormonas tiroideas provoca que las funciones corporales se ralenticen. Los síntomas son sutiles y aparecen de forma gradual; algunos de ellos pueden confundirse con los de una depresión, sobre todo en las personas mayores.
  • Las expresiones faciales resultan apagadas.
  • La voz es ronca y el habla es lenta.
  • Los párpados se inclinan.
  • Los ojos y la cara se hinchan.
  • El cabello se vuelve ralo, áspero y seco.
  • La piel adquiere una apariencia áspera, seca, escamosa y gruesa.
Se suele aumentar de peso, sufrir estreñimiento y ser incapaz de tolerar el frío. En algunos casos, aparece síndrome del túnel carpiano, con hormigueo o dolor en las manos. El pulso se vuelve más lento, las palmas de las manos y las plantas de los pies adquieren un color ligeramente anaranjado (carotenemia) y la parte lateral de las cejas desciende progresivamente. Algunas personas, sobre todo las mayores, muestran confusión, se vuelven olvidadizas o manifiestan signos de demencia que pueden confundirse fácilmente con la enfermedad de Alzheimer u otras formas de demencia.

Coma mixedematoso
Sin tratamiento, el hipotiroidismo termina causando anemia, descenso de la temperatura corporal e insuficiencia cardíaca. La situación puede evolucionar hacia confusión, estupor o coma (coma mixedematoso). El coma mixedematoso es una complicación potencialmente mortal en la que la respiración se ralentiza, aparecen convulsiones y el flujo sanguíneo cerebral disminuye. El coma mixedematoso puede desencadenarse a partir del hipotiroidismo cuando el organismo se ve sometido a determinadas situaciones, como la exposición al frío, una infección, traumatismos, cirugía y fármacos como los sedantes que debilitan la funcionalidad cerebral.

Diagnóstico
Determinación de los niveles de hormona estimulante del tiroides en sangre

Por lo general, el hipotiroidismo puede diagnosticarse mediante un análisis sencillo de sangre: la medición de la TSH. Si la glándula tiroidea es hipoactiva, la concentración de TSH es elevada.

En los casos poco frecuentes de hipotiroidismo por secreción inadecuada de TSH, es necesario efectuar un segundo análisis de sangre. En este, se mide la concentración de la hormona tiroidea T4 (tiroxina o tetrayodotironina). Un valor bajo confirma el diagnóstico de hipotiroidismo.

Cribado
Muchos expertos sugieren que se deben medir las concentraciones de TSH en todas las personas mayores de 60 años, tengan síntomas o no. Se recomienda realizar este análisis porque el hipotiroidismo es muy frecuente a edad avanzada, pero aún así resulta muy difícil distinguirlo, en las fases leves, de otros trastornos que afectan a las personas en esta franja de edad.

Tratamiento
Reemplazo de la hormona tiroidea

El tratamiento implica suplir el déficit de hormona tiroidea escogiendo una de entre varias preparaciones orales. La T4 sintética es la forma preferida. Otra forma es la hormona tiroidea desecada (seca), que se obtiene de las glándulas tiroideas de los animales. En caso de urgencia, como ocurre en el coma mixedematoso, se administran T4 sintética, T3 (triyodotironina), o ambas, por vía intravenosa.

El tratamiento comienza con pequeñas dosis de hormona tiroidea, ya que una dosis demasiado alta puede producir efectos secundarios graves, aunque las dosis altas pueden llegar a resultar necesarias. La dosis inicial y la tasa de aumento son especialmente pequeñas a edad avanzada, ya que el riesgo de padecer efectos secundarios es mayor. La dosis se aumenta de forma gradual hasta que la concentración de la TSH en la sangre vuelvan a normalizarse. Las dosis deben ajustarse durante el embarazo.

EDAD Y SALUD: HIPOTIROIDISMO EN PERSONAS MAYORES
Muchas personas mayores tienen algún grado de hipotiroidismo. Alrededor del 10% de las mujeres y del 6% de los hombres se ven afectados.

Los síntomas característicos, tales como aumento de peso, calambres musculares, hormigueo en las manos e incapacidad para tolerar el frío son menos frecuentes en las personas mayores. A edad avanzada los síntomas son menos evidentes.

A esa edad, también puede que los síntomas sean menos característicos. Por ejemplo, se puede adelgazar; se siente confusión y se tiene menos apetito; las articulaciones se vuelven rígidas; existe dolor articular y muscular, además de debilidad, y hay tendencia a caerse.

Puesto que los síntomas a edad avanzada son diferentes, a menudo sutiles y vagos, y frecuentes en las personas mayores que no tienen hipotiroidismo, puede que no se llegue a identificar que están causados por el hipotiroidismo. Por eso, es importante un cribado, que consiste en medir la concentración de la hormona estimulante del tiroides en la sangre. La prueba se debe hacer a los 60 años, incluso si las persona no presenta síntomas de hipotiroidismo.

Tiroiditis linfocítica asintomática (tiroiditis puerperal o posparto)

La tiroiditis linfocítica asintomática es una inflamación autoinmunitaria indolora de la glándula tiroidea que suele aparecer después del parto y desaparecer por sí sola.

En la mayoría de los casos se da en mujeres, casi siempre entre 3 y 4 meses después del parto, y provoca que la glándula tiroidea se hipertrofie sin que se vuelva hipersensible. El trastorno se repite después en cada embarazo.

Durante un periodo que oscila entre varias semanas y varios meses, la persona afectada presenta una glándula tiroidea hiperactiva (hipertiroidismo), seguido de una glándula tiroidea hipoactiva (hipotiroidismo), antes de que la glándula tiroidea recupere su actividad normal.

Tratamiento
  • Betabloqueante para el hipertiroidismo
  • Se administra tratamiento sustitutivo con hormonas tiroideas si se tiene hipotiroidismo.
El hipertiroidismo puede requerir tratamiento durante algunas semanas, a menudo con un beta-bloqueante, como el atenolol.

Durante el periodo de hipotiroidismo, se debe tomar hormona tiroidea, habitualmente durante un periodo que no excede los 12 meses. Sin embargo, el hipotiroidismo se vuelve permanente en alrededor de un 10% de los casos, lo que requiere tomar hormona tiroidea de por vida.

Tiroiditis subaguda (Tiroiditis granulomatosa; tiroiditis de Quervain; tiroiditis de células gigantes)

La tiroiditis subaguda es una inflamación aguda de la glándula tiroidea, probablemente causada por un virus.

Por lo general, comienza de forma repentina. En este trastorno, la inflamación provoca que la glándula tiroidea libere cantidades excesivas de hormonas tiroideas, lo que origina hipertiroidismo, casi siempre seguido de hipotiroidismo transitorio y, finalmente, de la normalización de las funciones tiroideas.

Síntomas
La tiroiditis subaguda suele aparecer después de una infección vírica y comienza con lo que muchos refieren como un dolor de garganta, pero que en realidad se trata de un dolor en el cuello, localizado en la glándula tiroidea. A menudo, se siente mucho cansancio. La glándula tiroidea se vuelve extremadamente sensible y la persona, por lo general, presenta febrícula (entre 37 y 38 °C). El dolor puede desplazarse de un lado del cuello al otro, extenderse a la mandíbula y a los oídos, y hacerse más fuerte al girar la cabeza o al tragar. Al principio, la tiroiditis subaguda se suele confundir con un problema dental o con una infección de la garganta o del oído.

Diagnóstico
  • Pruebas de función tiroidea
El diagnóstico de la tiroiditis subaguda se basa en los síntomas de la persona en cuestión y en los resultados de la exploración física y de las pruebas para determinar el funcionamiento de la tiroides.

Tratamiento
  • En ocasiones, fármacos para aliviar el dolor y la inflamación
En la mayoría de los casos, la recuperación es completa. Por lo general, la dolencia remite por sí sola en unos pocos meses, pero a veces se producen recaídas o, con escasa frecuencia, provoca una lesión lo bastante importante en la glándula tiroidea como para causar un hipotiroidismo permanente.

La aspirina (ácido acetilsalicílico) y otros fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) alivian el dolor y la inflamación. En casos graves, se recomienda administrar corticoesteroides, como la prednisona, cuya dosis se reduce de forma gradual a lo largo de 6 u 8 semanas. Cuando los corticoesteroides se interrumpen bruscamente o demasiado pronto, los síntomas suelen reaparecer con más intensidad. Si los síntomas del hipertiroidismo son graves, se recomienda administrar un beta-bloqueante.

Cáncer tiroideo (cáncer de tiroides)

La glándula tiroidea es muy sensible a la radiación y esta provoca cambios tumorales. Es más frecuente si durante la infancia se recibió radioterapia en la cabeza, en el cuello o en el pecho, a menudo para tratar tumores benignos (aunque ya no se tratan con radiación en la actualidad).

Nódulos tiroideos
Un cáncer, más que causar la hipertrofia general de la glándula, produce pequeños tumores (nódulos) en el interior, la mayoría de los cuales son benignos. Es más probable que un nódulo sea maligno en los siguientes casos:
  • Es sólido en vez de estar lleno de líquido (quístico)
  • No produce hormona tiroidea
  • Es duro
  • Crece con rapidez
  • La persona afectada es de sexo masculino
El primer signo de cáncer tiroideo suele ser la presencia de un bulto indoloro en el cuello. Un cáncer de mayor tamaño puede presionar los tejidos cercanos al cuello, causando ronquera, tos o dificultad para respirar.

Al encontrar un nódulo en la glándula tiroidea, se realizan varias pruebas. Las primeras consisten en pruebas de la función tiroidea, en las que se miden las concentraciones sanguíneas de la hormona estimulante del tiroides (TSH), y de las hormonas tiroideas T4 (tiroxina o tetrayodotironina) y T3 ( triyodotironina). A veces se realizan pruebas para detectar anticuerpos de la glándula tiroidea.

Si los análisis de sangre indican que la glándula tiroides es hiperactiva (hipertiroidismo), se realiza una gammagrafía tiroidea para determinar si el nódulo produce hormonas tiroideas. Si el resultado es afirmativo (nódulos «calientes»), casi nunca son malignos. Si las pruebas no indican hipertiroidismo ni tiroiditis de Hashimoto, o si no hay nódulos «calientes», suele realizarse una biopsia con aguja fina.

Este tipo de biopsia consiste en extraer una muestra del nódulo con una aguja fina para examinarlo al microscopio. Este procedimiento no es demasiado doloroso, se realiza en el consultorio del médico y requiere el uso de anestesia local, así como de ecografía para guiar la colocación de la aguja.

La ecografía permite determinar el tamaño del nódulo, si es sólido o está lleno de líquido y si hay otros nódulos.

Tipos de cáncer de tiroides
Existen cuatro tipos generales de cáncer de tiroides:
  • Papilar
  • Folicular
  • Medular
  • Anaplásico
Cáncer papilar
El cáncer papilar es el tipo más frecuente y representa del 80% al 90% de todos los tipos de cáncer tiroideo. Es cerca de 3 veces más frecuente en mujeres que en hombres. Se observa más a menudo en personas de entre 30 y 60 años, pero crece y se extiende con más rapidez en personas de edad avanzada. Si se ha recibido radioterapia en el cuello, generalmente por una afección benigna en la infancia o por algún otro cáncer en la edad adulta, se corre un riesgo mayor de desarrollar cáncer papilar.

Este tipo de cáncer crece dentro de la glándula tiroidea, pero a veces se extiende (metastatiza) a los ganglios linfáticos adyacentes. Si no se trata, puede propagarse a zonas más distantes.

Casi siempre se puede curar. Los nódulos con un tamaño menor de 1 cm o 1,5 cm se extirpan junto con el tejido tiroideo circundante (lobectomía e istmusectomía), aunque muchos expertos recomiendan extirpar la glándula tiroidea por completo (tiroidectomía). Si el nódulo es más grande (en particular los mayores de 4 centímetros), se extirpa la mayor parte o la totalidad de la glándula tiroidea. A menudo, se administra yodo radiactivo para eliminar cualquier neoplasia maligna o tejido tiroideo remanente. También se administra hormona tiroidea en grandes dosis para inhibir el crecimiento de cualquier tejido tiroideo remanente.

Cáncer folicular
El cáncer folicular representa alrededor del 10% de todas las formas de cáncer tiroideo, y es más frecuente en las personas mayores. Se presenta más a menudo en las mujeres que en los hombres.

Este tipo de cáncer, mucho más maligno que el papilar, tiende a extenderse (metastatizar) por el torrente sanguíneo, por lo que propaga células cancerosas a varias partes del organismo.

El tratamiento requiere la extirpación quirúrgica de la mayor parte posible de glándula tiroidea y la destrucción con yodo radiactivo de cualquier tejido tiroideo remanente, incluidas las metástasis. Por lo general se cura, pero en menos ocasiones que el cáncer papilar.

Cáncer medular
Alrededor del 3% de los cánceres tiroideos son carcinomas medulares que comienzan en la glándula tiroidea, pero en un tipo de célula distinta de la que produce la hormona tiroidea. El origen de este cáncer es la célula C, que, en condiciones normales, está dispersa por toda la glándula tiroidea y segrega la hormona calcitonina, que ayuda a controlar el nivel de calcio en el torrente sanguíneo. Este cáncer produce cantidades excesivas de calcitonina. Dado que el cáncer medular de tiroides también produce otras hormonas, causa síntomas poco habituales.

Tiene tendencia a diseminarse (metastatizar) por el sistema linfático a los ganglios linfáticos y, a través de la sangre, al hígado, a los pulmones y a los huesos. Se desarrolla junto con otros tipos de cáncer endocrino en lo que se denomina síndrome de neoplasia endocrina múltiple.

El tratamiento consiste en la extirpación de la glándula tiroidea. Si el cáncer se ha extendido a los ganglios linfáticos, puede ser necesario realizar otra intervención quirúrgica. Más de dos tercios de los casos cuyo cáncer medular de tiroides forma parte del síndrome de neoplasia endocrina múltiple se curan.

Cáncer anaplásico
El cáncer anaplásico representa alrededor del 2% de todos los tipos de cáncer tiroideo y es más frecuente en las mujeres mayores. Crece con rapidez y suele producir un tumor grande y doloroso en el cuello. Además, tiende a diseminarse por todo el organismo.

Alrededor del 80% de los casos de este tipo de cáncer mueren en un año, aun si reciben tratamiento. A pesar de ello, la quimioterapia y la radioterapia, antes y después de la cirugía, han curado algunos tumores. El yodo radiactivo no está indicado en este tipo de cáncer.
Referencias:
  • Jerome M. Hershman, MD, MS, Distinguished Professor of Medicine Emeritus, David Geffen School of Medicine at UCLA; Director of the Endocrine Clinic, West Los Angeles VA Medical Center.

Guía de tiroides

Previniendo y tratando los Trastornos de la Glándula Tiroidea:

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